miércoles, 27 de agosto de 2008

luciérnaga


luciérnaga
espejos coagulados
de luz salada
se descuelgan del techo lagarto
cabecitas amontonadas
ríen a los ojos del hombre
que no perdona
quema cosechas de cizaña
asume que ya sabes todo
aunque sepas que es mentira
blancos ladrillos no pueden ocultar
el negro abismo, dulce y viscoso
del placer
piel blanca como su negro corazón
hirviente
de ojos mentirosos y afirmaciones inmediatas
sudor perfumado
fotos antiguas se ríen de tu mirada
absurda y fuera de foco
lamidas caras de pánico
se incrustan en tu memoria
miradas articuladas para la promiscuidad
desnudan los cuerpos
antes de que nazcan al placer
cuando se sabe que el amor
posiblemente sea
una mentira
-compartida por quienes creen en ella-
muta la luz su fisonomía
buscando complacer a la oscuridad
bajo su dominio nada queda igual
todo enloquece
las voces dislocan sentidos
significados de la nada
que surgen de algún rincón desconocido
sublimes instantes de nada
ayudan a encontrar aquello perdido
(la inocencia de la niñez, reflejo
tal vez, de un sueño acuñado en
la memoria)
aparece en escena entonces:
la nostalgia
todo se va rallentando
como en un filme mudo
en blanco y negro
es la vida
haciéndose más y más lenta
envejeciendo un poco más, cada vez
que nos miramos al espejo de la añoranza.
alguien diferente está aquí hoy
diferente a quien estuvo aquí ayer.

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