domingo, 24 de octubre de 2010
palabras
las palabras resuenan en la habitación
nadie las recoge,
solo el silencio las abraza
una y otra vez...
lloran las palabras
en la soledad del silencio asesino.
buscan el hueco
que habita tu boca
para encontrar aquello que alguna vez
perdieron:
inocencia.
quiero recuperar para ellas
el jardín que alguna vez soñó
Alejandra Pizarnik...
el extraño jardín que solo ella pudo conocer.
nadie las recoge,
solo el silencio las abraza
una y otra vez...
lloran las palabras
en la soledad del silencio asesino.
buscan el hueco
que habita tu boca
para encontrar aquello que alguna vez
perdieron:
inocencia.
quiero recuperar para ellas
el jardín que alguna vez soñó
Alejandra Pizarnik...
el extraño jardín que solo ella pudo conocer.
martes, 19 de octubre de 2010
la mirada...
la mirada furiosa
despeja toda duda
finalmente huelgan las palabras
cuando la indignación es grande,
asistimos diariamente
desde afuera
al banquete institucional
de la vergüenza ajena.
obscenos no dudan en mostrar
sus miserables vidas
pretendiendo que son
la zanahoria del circo diario
del escarnio organizado y esponsoreado.
el descaro, la hipocresía
ofrecen sus mejores dentaduras falsas y blancas
para el repetido espectáculo de la ridiculez.
despeja toda duda
finalmente huelgan las palabras
cuando la indignación es grande,
asistimos diariamente
desde afuera
al banquete institucional
de la vergüenza ajena.
obscenos no dudan en mostrar
sus miserables vidas
pretendiendo que son
la zanahoria del circo diario
del escarnio organizado y esponsoreado.
el descaro, la hipocresía
ofrecen sus mejores dentaduras falsas y blancas
para el repetido espectáculo de la ridiculez.
palabras...
pulir las palabras
elegirlas, pensarlas minuciosamente
como si estuviera eligiendo
piedras preciosas
únicas, eternas
para diseñar la joya perfecta.
elegirlas, pensarlas minuciosamente
como si estuviera eligiendo
piedras preciosas
únicas, eternas
para diseñar la joya perfecta.
jueves, 14 de octubre de 2010
tiempo
No tengo tiempo
no necesito tiempo
para saber que vos estás ahí
sumando desencuentros para mí
y porque una cariñosa tarde de abril
con nombre y apellido
me señalaste cada uno de tus dolores
y cada uno de ellos me los guardé
bajo siete llaves, para cuidarte
y así me pagás
con la moneda falsa
del engaño...
no necesito tiempo
para saber que vos estás ahí
sumando desencuentros para mí
y porque una cariñosa tarde de abril
con nombre y apellido
me señalaste cada uno de tus dolores
y cada uno de ellos me los guardé
bajo siete llaves, para cuidarte
y así me pagás
con la moneda falsa
del engaño...
vacilación
vacilación
de oscuros designios
los que pretendo invocar
con la reverencia de mis manos
en el repetido gesto del ir y venir
de las palabras de siempre...
de oscuros designios
los que pretendo invocar
con la reverencia de mis manos
en el repetido gesto del ir y venir
de las palabras de siempre...
martes, 12 de octubre de 2010
conversaciones casuales
conversaciones lejanas
desprovistas de interés inmediato
para mí,
diálogos extraños entre sí
que no buscan trascendecia alguna
solo palabras triviales
de cinco parejas
que sólo pasan un rato un domingo
por la tarde.
y el aparente equilibrio que había se rompe
cuando una de las parejas se va
y luego otra más se levanta, se va...
y también la tercera,
tan sólo dos parejas
quedan sentadas, inmersas en sus conversaciones
aún desconocidas y extrañas para mi.
pero mi interés se diluye
como la tarde del domingo
porque llevo la mirada a otras mesas, a otras personas
igual de distantes y desconocidas
que lo único que tienen en común conmigo
es precisamente este espacio neutro,
donde escucho todas las voces
pero no distingo ninguna que me llame la atención
tal vez porque solo hay una sola voz:
la que escucho en mi cabeza.
desprovistas de interés inmediato
para mí,
diálogos extraños entre sí
que no buscan trascendecia alguna
solo palabras triviales
de cinco parejas
que sólo pasan un rato un domingo
por la tarde.
y el aparente equilibrio que había se rompe
cuando una de las parejas se va
y luego otra más se levanta, se va...
y también la tercera,
tan sólo dos parejas
quedan sentadas, inmersas en sus conversaciones
aún desconocidas y extrañas para mi.
pero mi interés se diluye
como la tarde del domingo
porque llevo la mirada a otras mesas, a otras personas
igual de distantes y desconocidas
que lo único que tienen en común conmigo
es precisamente este espacio neutro,
donde escucho todas las voces
pero no distingo ninguna que me llame la atención
tal vez porque solo hay una sola voz:
la que escucho en mi cabeza.